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Ética cívica
En 1978, España vivió el
reconocimiento oficial del pluralismo decretado en su Constitución, el cual trajo
consigo la identificación de lo que la sociedad española pudiera compartir ya
que, sin un consenso, sería bastante difícil enfrentar lo venidero de modo
exitoso. Es por ello, que a pesar de los comentarios postmodernistas que tratan
de descartar cualquier opción de convicción común, se plantea la “ética cívica”
o “ética de los ciudadanos”, gracias a
la cual se mantienen vigentes valores y principios básicos, tan básicos que se
denominaron “mínimos” ya que por debajo de ellos se incurriría en la
inhumanidad.
Procedimentalismo dialógico
Debido a que tales mínimos no
encajan con la realización plena de los pueblos, se hizo necesario optar por el
procedimentalismo ético, el cual se divide en utilitarista y dialógico. El
primero busca el beneficio de la mayoría, el segundo busca el beneficio de
todos, aún de los grupos minoritarios. De los dos, el más justo es el
procedimentalismo dialógico, no obstante, al emplearse se reconocieron sus
límites. Por esa razón, se ha visto la
necesidad de transformar la ética del discurso en una ética cordial, una ethica cordis. Con esta trasformación se
busca mostrar otras dimensiones del vínculo comunicativo y no sólo del
procedimiento.
Necesidad de los vínculos
Según Adela Cortinas la ética del
discurso es la teoría que más se apega a la naturaleza de los vínculos que nos
ligan, que nos obligan a ayudar a los otros, no por fuerza u opresión, sino por
ser un acto humano, todo ello con el fin de establecer la justicia en la toma
de decisiones. Es necesario maximizar el reconocimiento de que necesitamos de
otros para impulsar nuestros propios planes, y para ello se requiere madurez e
identificar los vínculos existentes para escudriñarlos y reforzarlos.
El vínculo discursivo
La reflexión permite comprender
que cualquiera que realiza acciones comunicativas está vinculado y es un interlocutor
válido. Mientras éste interlocutor exprese argumentos con seriedad, se llevará
a cabo un circuito comunicativo que no puede a su vez renunciar a algún
interlocutor importando sus aportaciones virtuales a la discusión. El
reconocimiento al que se hace referencia requiere que exista un igual derecho a
la participación en las discusiones, que los comentarios tengan el mismo valor
que el de todos los miembros, que si alguien se opone a las ideas consensuadas
por la mayoría, apoye a colaborar en la realización de una nueva y que se opere
del modo más universalizable.
Ética de la razón
cordial
La ética de la razón cordial
deriva del vínculo comunicativo incluye el discursivo y va más allá, dando
lugar a una ética de la razón cordial. El vínculo comunicativo no sólo se
conforma por una visión argumentativa sobre lo verdadero y lo justo, sino
también por una dimensión cordial y compasiva, armónica, una ética que para
poder desarrollar juicios considerados verdaderos, requiera de sumergirse en la
compasión y la cordialidad. La compasión tiene el poder de desarrollar vínculos
a la altura de lo que merece un ser
humano, dado el enorme alcance de su capacidad cognitiva y filial. Es necesario
pues, desarrollar sociedades basadas en una justicia que mire a la cordialidad
antes de emitir su veredicto.
Es interesante ver cómo Adela Cortina plantea la importancia de vincular la cordialidad y la compasión a la ética del diálogo, es decir a tipo de ética que considera más humanizada. El ser humano requiere vivir en ambientes de justicia dignos que mantengan un respeto entre los individuos que lo integran. Las personas deben basar sus diálogos en permanente ayuda al otro y, aún más, a los que pertenecen a los grupos más vulnerables de la sociedad.
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